Nada más llegar nos encontramos con unos curiosos pasajeros… Espero que no pagaran mucho por su boleto pues no parecían disponer de camarotes muy cómodos…
Y qué decir de nuestros camarotes?… La obsoleta moda de los grandes espacios da paso a la calidez de la cercanía humana…

En el panfleto se anunciaban unas instalaciones que contaban con comedor principal, sala de fiestas, cafetería y pub. Lo que no te decían era que estos cuatro se ubicaban en una sola salita en la que no cabíamos ni todos los pasajeros para comer y se nos llamaba en tres turnos diferentes. Supusimos que fue por esta razón que no tuvimos el placer de ser invitados a la mesa del capitán… No cabíamos…


Cez y su mantita, muy felices de la vida
Foto de grupo con Mantita
No nos cansamos de contemplar el mar
Las actividades de a bordo: Proyección de películas chilenas (mención especial a «Mi mejor enemigo» y «Machuca»), charla informativa sobre el Parque Nacional de Torres del Paine y la estrella del programa!! Para el tercer día nos tenían reservado un curso acelerado de subsistencia en alta mar en el «tranquilo» Golfo de Peñas… Incluído en el cursillo iba otro de artes escénicas en el que los pasajeros bordaron las escenas dramáticas. Los mejores papeles fueron interpretados en el cuarto de baño, ahí había chicos cargados de talento. Cabe destacar el realismos de los sudores fríos y los temblores de Kim y en el apartado cómico mi homenaje sentido, muy profundo, a South Park…

Liam también nos ayudaba a arrancar las noches
También había otra diferencia que saltaba a la vista: el tipo de pasajeros. Escaseaban las parejas de recién casados, las familias y jubilados adinerados. En Navimag el «lujo» se lo marcan los mochileros como nosotros y claro, tanto joven junto crea un clima especial y al final del trayecto éramos todos amigos del alma. Y es que nos encontramos a gente con las mismas inquietudes, gente curiosa, siempre dispuesta a esclarecer las dudas que el mundo le presenta… Como Liam, un irlandés, genio con voz y guitarra, a quién le entró la duda de como de surtida debía de ser la bodega del barco y decidió resolverla pimplándose él solito entre 4 y 5 botellas de vino al día y consiguiendo así acabar con las existencias de la última noche… Tampoco sería tan extraño si las existencias no estuvieran calculadas también para el viaje de vuelta.
La última noche se animó
y no veas como acabó…
Quiero también destacar que cuando hacía falta madrugar para ver algún paso entre islas de interés, siempre éramos los primeros en cubierta… Llegábamos mucho antes que los demás… Normal cuando aseguras el tiro quedándote despierto toda la noche jeje…



