A partir de ese minuto, os lo podeis imaginar. Charla, ron, charla ron.
Al día siguiente nos dedicamos a callejear la Habana, y a entregar unas medicinas que llevabamos para una familia cubana, y eso nos permitió tomar el control de las guaguas, y situarnos en la ciudad.
Capitolio cubano
Describir la Habana en palabras es complicado. Pero ahí van unas cuantas.
Vieja, Sucia, Destartalada, parada en el tiempo.
Almendrones (chevrolets y mustangs de los 60), sidecars, ladas, soviets, que funcionan casi por equivocación. Como queriendo demostrar al mundo su orgullo soviético. Noble pasado, que sin duda, carece ahora de sentido.
Autobuses ingleses, franceses, brasileños y españoles, donados por los diferentes países después del «periodo especial».
Pero sobretodo historia. Mucha historia entre sus calles. Historia de colonialismo, de revolución, todo mezclado pero no ajitado. Todo cubierto por un manto sombrío de la idea única. La Utopía.


Sin publicidad, sin consumo aparente, son los eslóganes partidistas del partido quienes adornan las fachadas. Fachadas que se caen, testigo de 50 años de estancamiento.
Recorrer la Habana, obviamente es relacionarse con su gente. Y como decimos, es un país puesto al revés.
Si abordas a un cubano, el trato es excelente. Respetuoso, casi cariñoso….pero si dejas que te aborden…ERES HOMBRE MUERTO.

Guillem aprendiendo de un gorocosongo-songo-bon.
Con razón le llamán el país de Alí Babá y los 40 ladrones.
En Cuba todo se paga. Cualquier momento es bueno para sacarte algún dolar. Y es que conociendo la situación, uno lo puede enender. Pero las formas son las formas. Llegas al punto de no saber de quien fiarte y de quien no. Al final, todo parece un juego, donde tu, el turista, eres la ficha a comer.
Cubano, con sombrero y habano.
Un país donde circulan 2 monedas a la vez, carece de estabilidad. Y permite la estafa a gran escala. Pues pueden cobrarte en moneda nacional o en divisa, siendo imposible una compra justa si uno no tiene acento cubano. Todo y eso, Guillem y yo, lo intentamos y salimos airosos más de una vez.
Tambien hay que agradecer a nuestro particular guía. Jordi.

Un amigo mío, de girona, que atrapado por la mágia y el desorden «a lo cubano» reside en la Habana hace casi 2 años. El nos supo informar de todas las triquiñuelas, y se enfadaba cuando veía un abuso por parte de alguno, y desde aquí mi particular agradecimiento a un casi superviviente de la habana, que habla cubano y confunde a la perfección a los horiundos.

El malicón del malecón.
Después de dos días en la Habana, agarramos (pues coger no es de recibo) un bus hacia Pinar del Río.
Es una provincia, entregada al cultivo de tabaco donde visitamos Viñales. Un pequeño pueblecito, situado en un valle espectacular lleno de Mogotes (buscar en la wiki). Allí montamos a caballo, con puro habano, roncito y las riendas en la mano.
Allí nos empapamos de la historia de Cuba gracias a Raidel, un guía-sobrino-posible_estafador-estratega_de_lo_lindo que nos dió una clase maestra desde 1900.



Apoyo latente a la revolución en zonas rurales.
Desde Viñales, visitamos Cayo Jutía, con 3 catalanes que conocimos. Y allí andábamos los 5 entre la tranquilidad de aguas turquesas, arena blanca y como no…..roncito. Una playa espectacular. De vuelta a Viñales, excursión por los Mogotes, y vuelta a la Habana 2 días más.





Una ilusión cumplida, visitar el Malecón. Donde disfrutamos de charla y más charla (digo ron) hasta las 6 de la mañana en compañia de todo el que por la calle pasaba.
Es dificil, escribir sobre cuba y no entristecerse. Cuando ves una sombra de opresión en los ojos de la gente.Gente sin duda que tiene los mismos derechos de soñar y viajar, pero que carece de tal portunidad. Es por eso que algo, me carcome por dentro. Y me deja de la isla, un sabor agridulce.
UN sabor que no se prueba en Varadero. Un sabor que hay que conocerlo día a día. Pisando y repisando las calles. Alojándote en casas familiares, legales unas, ilegales otras. Hablando con los reyes del camelo, y preguntando con libertad, pero con mucha cautela la opinión de la gente, la opinión de las calles, la opinión de lenguas mudas y de labios tatuados de silencio. Silencio que sin duda, colma de lado a lado la isla, desde hace 50 años.







